Leonor de Austria y la política matrimonial de los Reyes Católicos

Dicen que en nuestro pueblo murió una reina. Leonor se llamaba. Leonor de Austria para más señas. Hija de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nieta de los Reyes Católicos. Como veis, impresionante.
Pero hoy no vamos a hablar de ella, o sí, pero tomándola como excusa para adentrarnos en el fantástico mundo de la política matrimonial de aquella época, el siglo XVI, cuando España dominaba el mundo.
Empecemos por sus abuelos. No sé si sabéis que Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, tuvieron cinco hijos. Isabel, Juan, Juana, María y Catalina. Los educaron para reinar y todos fueron reyes, excepto Juan, muerto joven, apenas casado, sin descendencia y con quien se extingue la casa de Trastámara en la Corona española. Poco después se iniciaría la casa de los Austrias en nuestro país.
La primogénita fue Isabel. Nació en 1470 y la casaron con Portugal en 1490. No os sorprendáis. Su primer marido fue el infante de Portugal, Alfonso, heredero de la Corona portuguesa, quien falleció al año siguiente de su boda. Siete años después de su primer enlace llevó al altar al tío de su primer marido, de nombre Manuel, llamado el Afortunado, este sí rey de Portugal. Con su nuevo esposo, Isabel, ya heredera del trono hispánico tras la muerte de su hermano, tuvo un hijo, Miguel de la Paz, nacido en 1498, parto en el que murió ella, cosa muy habitual en la época. Este niño, Miguel, estaba llamado a ser el que unificase las coronas peninsulares, pues fue nombrado heredero de Castilla, Aragón y Portugal. Su prematura muerte, en 1500, sin llegar a cumplir los dos años, cerró esta posibilidad hasta 1580, cuando Felipe II logró la unidad ibérica.
Muerta Isabel, Juana pasaba a detentar los derechos sucesorios. Hablaremos de ella después, para cerrar el círculo. Pasemos a la cuarta, María. Nacida en 1482, es casada en 1500 con el viudo de su hermana Isabel, Manuel I el Afortunado de Portugal. De este matrimonio, hasta la muerte de María en 1517, nacerían diez hijos, entre los que destacan dos reyes de Portugal, Juan III y Enrique I, e Isabel de Portugal, casada con su primo hermano, Carlos I de España, y madre de Felipe II.
La hija menor de los Reyes Católicos fue Catalina, dedicada a estrechar relaciones con Inglaterra. Casó primero con Arturo, príncipe de Gales como heredero de la corona inglesa, a finales de 1501, pero su marido murió en abril de 1502. Siete años después, Catalina se casó con el hermano del primer marido, ya por entonces rey de Inglaterra con el nombre de Enrique VIII. De los seis partos que sufrió solo sobrevivió más allá de unos cuantos días una niña, la futura María I, reina de Inglaterra, que más tarde se casaría con Felipe II, hijo de su primo hermano Carlos I. El matrimonio de Catalina y Enrique VIII duró 24 años, hasta que en 1533 fue anulado y Enrique se casó con Ana Bolena, con lo que se inició la separación de la Iglesia de Inglaterra.
Y llegamos a Juana, la tercera en nacer y la heredera de las coronas hispanas, tras la muerte de sus hermanos Isabel y Juan y del hijo de Isabel, Miguel de Paz. Por Juana la Loca la conocemos. Estos desequilibrios mentales, más o menos ciertos, provocaron su encierro en Tordesillas entre 1509 y 1555, cuando muere. Todos sus hijos fueron reyes o emperadores. Dejemos a la primogénita, nuestra Leonor, para el final, y veamos su descendencia:
  • Carlos, rey de España con el nombre de Carlos I y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V. Se casó con su prima hermana Isabel, hija de su tía María y de Manuel I el Afortunado, con la que, entre otros hijos, tuvo como heredero a Felipe II.
  • Isabel, reina consorte de Dinamarca, Suecia y Noruega.
  • Fernando, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico tras la muerte de su hermano, Carlos V.
  • María, reina consorte de Hungría y Bohemia.
  • Catalina, reina consorte de Portugal.
Y llegamos, por fin, a Leonor. Nacida en 1498, 20 años después es casada con Manuel I el Afortunado, viudo de dos de sus tías, Isabel y María, con el que tuvo su única descendencia: un hijo, Carlos, que no llegó a cumplir el año de edad; y María, a la que apenas vio pues se separó de ella con apenas seis meses. Leonor regresa junto a su hermano Carlos tras la muerte de su marido en 1521 y se convertirá en un peón de la política exterior carolina, a consecuencia de la cual contraerá matrimonio en 1530 con Francisco I, rey de Francia, con el que no tendrá hijos. Muerto este en 1547 regresa a los Países Bajos y, cuando en 1555 abdica su hermano Carlos, lo acompaña a España y se instala en Guadalajara. Tres años después concierta una cita con su hija, María, a la que no había visto desde poco después de su nacimiento, en Badajoz. La frialdad de su hija ante una madre a la que no conocía y su negativa a acompañarla a vivir en España minan definitivamente la precaria salud de Leonor. Desolada, emprende el regreso y, al pasar por Talavera, enferma. Era el día 13 de febrero de 1558. Cinco días después moría en nuestro pueblo, escenario circunstancial de una vida apasionante.

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