Tras el 98, España orientó su actuación exterior hacia el norte de África. Gracias a la Conferencia de Algeciras (1906) y al posterior Tratado hispano-francés (1912) se estableció un protectorado franco-español en Marruecos, correspondiéndole a España una franja en el norte (el Rif) y un enclave en la costa atlántica (Ifni y Río de Oro). Los intereses españoles eran tanto económicos (minas, ferrocarriles, obra públicas) como políticos (restauración del prestigio militar). Sin embargo, España se vio obligada a mantener un considerable contingente militar debido a la fuerte contestación de las tribus bereberes, incrementado a partir de 1909 para asegurar Melilla. La impopularidad de la guerra de Marruecos, unida al malestar ya secular del sistema de quintas, provocó un movimiento de protesta popular cuando las tropas reservistas iban a ser enviadas desde Barcelona en julio de 1909. La revuelta contra la guerra se prolongó durante una semana, adquiriendo también connotaciones anticle...