"Una acción de gobierno eficiente (...) exige supeditar a su destino común la acción individual y colectiva de todos los españoles. Esta verdad, (...) es incompatible con la lucha de partidos y organizaciones políticas, que (...), gastan sus mejores energías en la lucha por el predominio de sus estilos peculiares, o, lo que es peor, en cuestiones de tipo personalista que dan lugar a discordias pequeñas dentro de las organizaciones, resucitando la vieja intriga política y poniendo en trance de descomposición organizaciones y fuerzas cuyas masas se mueven a impulsos de los más puros ideales. (...) Esta unificación que exijo en el nombre de España (...), no quiere decir ni conglomerado de fuerzas, ni mera concentración gubernamental, ni unión pasajera. Para afrontarla de modo decisivo y eficaz hay que huir de la creación de un partido de tipo artificial, siendo, por el contrario, necesario recoger el calor de todas las aportaciones para integrarlas, por la vía de superación, en u...