Análisis del esquema CONTRIBUCIÓN DE LA AGRICULTURA AL PROCESO INDUSTRIALIZADOR

En primer lugar, criticar el título: estamos ante un esquema teórico que tiene mayor o menor aplicación práctica según los países, por lo que deberíamos modificar el título y agregar su carácter teórico: CÓMO DEBERÍA CONTRIBUIR LA AGRICULTURA  AL PROCESO INDUSTRIALIZADOR.
El punto de partida son LAS MEJORAS EN LAS TÉCNICAS AGRÍCOLAS que afectan de forma diversa a los diferentes componentes económicos de la agricultura. A partir de aquí podemos desentrañar, y criticar para el caso español, la evolución que propone el autor:


  • Lo primero parece evidente: una mejora en las técnicas agrícolas supone un aumento del rendimiento por unidad de superficie. La pregunta subsiguiente es clara: ¿sucedió esto en la España del siglo XIX? La respuesta es asimismo meridiana: NO.
  • Para el siguiente punto nuestra posición es la misma: la introducción de nuevas técnicas supone un aumento de la productividad, variable que tampoco sucedió en nuestro país.
  • Por tanto, y aunque no aparezca en el esquema, ¿España experimentó algún aumento de la producción? Sí, pero derivado de la puesta en cultivo de nuevas tierras que entraron en el mercado gracias a los sucesivos procesos de desamortización o desvinculación de las tierras amortizadas.
  • Por tanto, sí sucedió el mencionado incremento de la producción, lo cual, gracias a la ley de la oferta y la demanda, nos llevaría a una bajada de los precios y a un incremento paralelo del consumo de alimentos en una población previamente subalimentada. No obstante, esta hipótesis entra en contradicción con la siguiente conclusión: si hay más población que alimentar pudiera ser que no se incrementase el consumo alimenticio per cápita y, además, al haber aumentado la demanda paralelamente a la oferta quizás no se hubiese producido una bajada de precios. Estos matices son importantes para España, porque una porción importante de la población permanecería en una situación que lindaría con la miseria.
  • Los matices también deben ser introducidos en la siguiente hipótesis: un mayor ingreso neto (sólo para los propietarios) supone una elevación del nivel de renta y una proporción cada vez menor de dinero dedicado a la alimentación, que puede demandar productos manufacturados. Lo primero: ¿cuál es la proporción de propietarios en una España polarizada entre el minifundio y el latifundio, entre propietarios que no pueden introducir mejoras técnicas por la pequeñez de sus explotaciones y entre la gran masa de jornaleros? Segundo: si esta proporción es una parte minúscula de la población total, ¿hasta qué punto sería capaz de movilizar recursos industriales?
  • Por lo que respecta al éxodo rural, España contempla una vez más la excepción, no la regla. Como sabemos los movimientos espaciales, de forma esquemática, contemplan dos factores: uno de expulsión del área de origen, motivado la mayor parte de las veces por unas condiciones económicas negativas, que, en el caso español, pudieran ser la miseria asociada al minifundismo o al jornalerismo; otro de atracción del área de destino, derivado de ofertas de futuro económico positivo, que en el caso español deberían estar asociadas a empleos en la industria urbana. Efectivamente, mientras el primero se produce y de forma acentuada, el segundo apenas despega, por lo que el éxodo rural es mínimo. Los movimientos espaciales más importantes se dan, por tanto, con destinos diferentes que, en los últimos años del siglo XIX, se reducen a Iberoamérica y afectan a personas del norte peninsular (Galicia, Asturias, Cantabria) y Canarias.
  • En cuanto a la aportación de capital sobrante de la agricultura, en España se vuelve a producir un efecto perverso: los escasos capitales fueron preferentemente invertidos en Deuda Pública debido a sus altos intereses y a su menor riesgo.

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